Temporal, subjetivo.

Menuda manera de olvidar... Recordando. Haciendo un balance de lo malo y lo bueno. Todo a la balanza, de lleno. No estaba equilibrada, porque a fin de cuentas siempre terminaba pesando más lo malo que lo bueno. Perp igual, de todas formas, me llevo de lo nuestro lo mejor, bajo cualquier circunstancia. Por más doloroso que sea, porque inevitablemente, casi sin pensarlo, cada día me aferro más a esos recuerdos. Se trata de sentirnos cada vez menos vacíos. No se tapan las ausencias, simplemente se superan. El hueco está y estará siempre ahí, a la vista de todos.
La felicidad es temporal, subjetiva. Nacemos con dolor y con el tiempo aprendemos a vivir con el mismo. Resistirse a la tentación de volver a tropezar con la misma piedra una y mil veces no es una capacidad que tenga bien desarrollada mi persona. ¿Por qué yo? ¿Por qué el no? ¿Por qué puede vivir sin mí? ¿Por qué me parece tan ridícula la idea de existir sin necesitarlo? Qué egoísta sos, qué egoísta sos... No te extraña, no. No hagas nada, vení, sentate. Cuanto más se quiere, más se hiere. Brilla (y brillará) por su ausencia mi decadente capacidad para cerrar capítulos de la vida. Un clavo no saca otro clavo, o quizás si. Carezco de ganas. Yo quiero ese. A mí me gusta ese. Berrinche típico de niña pequeña.

1 comentario:

alemanda dijo...

Tu fan numero uno ama lo que escribís, genia.