¿Qué nos pasó? La vida nos pasó.

Me gustaba levantarme de mi silla después de cada golpe bajo que me daba, darle la espalda y simplemente pedirle al cielo no recordar minutos después cada una de las palabras que emitió. Era una dosis más de un poco de lo de siempre, era un mal necesario para mí. Recordé que era viernes cuando sonó la alarma de mi celular recordándome el cumpleaños número diecinueve, y acto seguido comprendí la gravedad del asunto. ¿Cómo podía haber olvidado semejante detalle? No llegué a reaccionar siquiera para retractarme. Se acercó lentamente por detrás de mi hombro derecho, me miró fijo a los ojos y me pidió sutilmente que me fuera. Mi orgullo y quizás también algo de lógica me impidieron regalarle un feliz cumpleaños, así que minutos después accedí rápidamente a su petición. A lo mejor la culpa fue mía por no saber pedir disculpas. O quizás, también, por no haber insistido lo suficiente para darle (de una buena vez por todas) un punto final a esta serie de discusiones casi rutinarias. Me senté en el cordón de la vereda y minutos después, alguien que al principio me costó reconocer su voz, me tomó por sorpresa.

"¿Sabes? Anoche me acordaba de vos. De lo cínica, mitómana e insoportable que sos. Sí, después de nueve meses sin verte. Nueve meses sin tener que levantarme y correrme despacio de la cama para que no te despiertes porque odiás madrugar. Nueve meses de no salir cinco minutos antes del trabajo para que el kiosco no cierre, porque ¿quién te aguanta sin fumar? Odiás el vino, el chocolate negro, las series de ciencia ficción. Amás el fútbol, las cartas, los bares. Sos una verdadera histérica. Nueve, sí, nueve meses que me alejé de todo eso. Y ahora, lo más importante, ¿sabés qué? Nueve meses de no entender que carajo nos pasó."